lunes, 18 de febrero de 2013

LA NECESIDAD DE RESTITUIR LOS DIENTES PERDIDOS

i2 DIVULGACIÓN: Los orígenes de los implantes.

En un primer momento podría pensarse que el tema de los implantes dentales es algo relativamente nuevo o de reciente aparición. Sin embargo, miles de años antes de Jesucristo ya existía una preocupación por la conservación y recuperación de la dentadura, y del estudio de antiguas civilizaciones parecen desprenderse evidencias de que ya conocían diversas técnicas de implante dental. 

En el antiguo Egipto no era extraño que antes de proceder al enterramiento de una persona se procediese a reponer con piezas dentales de animales todas aquellas que faltaran en la boca del fallecido, para ayudar a su bienestar en el más allá; incluso en vida, las familias bien situadas económicamente podían disponer en caso necesario de una dentadura “natural” procedente de las personas a su servicio. Aunque la primera prótesis de la que se tiene constancia es una implantación realizada durante el Neolítico (hace unos 9.000 años): en el poblado de Fahid Suarda, en Argelia, se encontró el cráneo de una mujer joven que presentaba un fragmento de falange de un dedo introducido en el alvéolo del segundo premolar superior derecho.

Desde entonces han transcurrido muchos años, pero la necesidad de reponer las piezas dentales a través de los implantes ha sido tan universal como fascinante el desarrollo que han alcanzado las técnicas utilizadas, en las que cada vez los avances son más impresionantes. Con el siglo XX puede decirse que se inicia una nueva fase en la implantología, al principio basada en la experimentación clínica y sin un protocolo científico. A partir de los años 60 el descubrimiento de la adhesión del titanio al hueso y su aplicación a la odontología impulsa el avance espectacular de esta ciencia. Este descubrimiento no estuvo exento de casualidad: desde 1952, el profesor sueco Branemark y su equipo de colaboradores llevaban a cabo una investigación sobre huesos de conejos, para encontrar una mejora en la cura de traumatismos óseos, y la introducción de una cámara óptica de titanio en el hueso del conejo permitió comprobar, cuando se intentó retirar, que el titanio estaba adherido al hueso, y el tejido circundante, mineralizado. A partir de estas investigaciones, se empezó a hablar de la oseointegración del titanio y comenzó la experimentación para desarrollar su aplicación en odontología. Desde aquellos momentos y hasta nuestros días no se ha hecho más que avanzar en el desarrollo, investigación y difusión de esta tan antigua como revolucionaria técnica.

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